La
listita
Por
Elizabeth Lerner
"Había
sido un sueño de esos en los que el despertar es desesperante y mitigador.
Cuando el avión aterrizó, en el sueño, Elías Montt se irguió, en su cama.
Todavía dormido pero en una fase ligeramente menos densa que la anterior,
erguido en la cama, Elías Montt gritó. En el sueño o en ese fragmento lóbrego
de su psique en el que las imágenes se sucedían, el avión ya carreteaba hacia
el hangar. El sonido de la cabina presurizada para su comodidad, el sonido
lejano e imposible de las cosas y el mundo por fuera de las ventanillas, el
murmullo de los pasajeros, el murmullo como un mar tranquilo que va de a poco
enfureciendo, el murmullo de las cosas y de las minucias, de las preguntas
sobre migraciones y la abuela y el whisky del free
shop y el llanto de una beba y la madre impune en su maternidad
pegando codazos a los otros pasajeros para huir de ese tubo increíble que los
había mantenido a flote durante 12 horas que iban perdiendo solidez a medida
que el avión ahora sí, ahora por fin, se detenía. Elías Montt sudaba."
El comienzo del capítulo 2 de
Felicidad y mi ilustración en el segundo número de Maten al mensajero.